ANTECEDENTES I: CRISIS DEL 1200 a.C.

El 1200 a. C. es una fecha clave para entender el fin del característico carácter cosmopolita de la Edad del Bronce, debido a una etapa de aislamiento, provincialismo y pobreza, de una innegable crisis de la que surgieron las culturas de la Edad del Hierro.

La crisis estuvo caracterizada por una crisis demográfica, que derivó en una crisis económica e institucional, pues se produjo un desequilibrio con el excedente y los estados desaparecieron completamente con la destrucción de los palacios, ya que el sistema político estaba enteramente centrado en ellos.

Durante el siglo XIX, se afirmó que esta crisis generalizada se originó, entre otras causas, debido a las incursiones de los Pueblos del Mar.

Fuentes:

Alvar, Jaime (1989). Los pueblos del mar y otros movimientos de pueblos a fines del II milenio. Historia del mundo antiguo. Madrid: Akal.

Bravo, Gonzalo (1998). Historia del mundo antiguo. Una introducción crítica. Madrid: Alianza Editorial.

ANTECEDENTES II: LOS PUEBLOS DEL MAR

PROCEDENCIA:

La vinculación de los pueblos del Mar con la cultura micénica cada vez es más clara. De hecho, algunos de ellos serían, con seguridad, de procedencia helénica. Sin embargo, el origen de algunos de los pueblos no está claro. Prácticamente todos ellos pertenecerían a la región de Anatolia Occidental-Egeo-Norte de Siria (aunque en muchos casos estas procedencias son dudosas). La actual investigación busca las causas de su desplazamiento en la situación interna del Mediterráneo Oriental del momento, y se descartan las teorías de los desplazamientos de larga distancia.

CAUSAS DE SU MOVILIZACIÓN:

No conocemos las causas exactas que provocaron los movimientos, pero debemos tener en cuenta algunos datos: El rey hitita Tudhaliya IV (1265 -1235 a.C) puso en marcha un bloqueo económico a los asirios cuando estos amenazaban con expandirse militarmente. El objetivo era impedir el abastecimiento a partir de las rutas comerciales del norte de Siria. Al mismo tiempo empeoraron las relaciones entre Hatti y Ugarit, pues el segundo no colaboraba lo suficiente en el bloqueo. Los efectos económicos negativos que provocó el bloqueo tanto en Ugarit como en Asiria motivaron el aumento de las tensiones. Tudhaliya IV llevó a cabo una operación militar contra Chipre. La isla era un centro comercial importante, pues era el suministro de cobre para toda la región. Es posible que una serie de cambios políticos en la isla motivaran al rey hitita a su conquista en 1235 a.C.. Sin embargo, hacia 1210 los hititas se retiraron de la isla, que fue saqueada y destruida, y esta oleada también afectó a Ugarit. Los asaltantes se asentaron en Chipre. Mientras, hacia 1240 – 1230 Troya es destruida. Los agentes parecen ser los micénicos/aqueos, y la causa pudo ser eliminar el intermediario troyano de los clientes situados al otro lado de los Dardanelos. Aunque por otro lado, se baraja la posibilidad de que los aqueos quisieran acabar con las acciones piratas de los lukka y los ahiyyawa, supuestamente troyanos. La larga guerra de Troya y los efectos devastadores que esta causó en el territorio supuso la diáspora de sus aliados y la movilización de grandes masas de población: la tierra, agotada por la contienda, y las ciudades arrasadas no ofrecían posibilidades de supervivencia, por lo que emigraron hacia la zona de Libia, donde se planearía el ataque contra una primera invasión a Egipto rechazada por Meremptah. Entre estos se encontraban los ekwesh, teresh, lukka, shardana y shekelesh. Así, los micénicos con la destrucción de Troya plagaron el Egeo de desarraigados que buscaban desesperadamente su supervivencia. Los propios palacios micénicos cayeron ante esta oleada, que continuó y alcanzó Chipre y Ugarit hacia el 1210.

DESTINO:

Tras esto, algunos se instalaron en Palestina, como los peleset, los tjeker y los denyen. Algunos de los pueblos que aparecen en las fuentes egipcias como invasores ya habían sido usados como mercenarios, incluso en los momentos anteriores a la invasión, y es posible que los faraones permitieran que los filisteos y otros grupos se establecieran en Palestina reemplazando a sus propias tropas de guarnición, y les cedieran la gestión de esos territorios insostenibles ya para Egipto. Otro grupo se dirigió al Mediterráneo Central: los shardana acabaron en Cereña, los teresh en Etruria y los shekelesh en Sicilia. Entre ellos habría semitas procedentes de las regiones arrasadas de la zona sirio-palestina, indoeuropeos micénicos, quizá hititas, preindoeuropeos anatolios… Lo que sí se sabe es que eran grupos reducidos, pues apenas dejaron huella en el registro arqueológico en las zonas donde se asentaron, por lo que serían rápidamente absorbidos por las poblaciones autóctonas. Pero fueron tan potentes que lograron imponer sus nombres a las regiones que les dieron cobijo.

Fuentes:

Alvar, Jaime (1989). Los pueblos del mar y otros movimientos de pueblos a fines del II milenio. Historia del mundo antiguo. Madrid: Akal.

UNA APROXIMACIÓN A LA TIERRA ORIGINAL DE LOS FILISTEOS

Phythian-Adams en su artículo «El origen de los filisteos a la luz de la arqueología palestina» escribió que, desde finales del siglo XIX, se había reconocido el parecido entre los nombres de los distintos Pueblos del Mar, mencionados en los documentos egipcios, y las listas de combatientes de la Guerra de Troya que aparecen en la Ilíada. La coincidencia más llamativa era la que había entre los ekwesh y los aqueos, que llevó a sugerir a Mackenzie que los filisteos y los otros Pueblos del Mar estaban relacionados con los invasores aqueos del norte. Según Phythian-Adams, la solución al misterio de los filisteos tendría que basarse en una revisión de las teorías sobre el país de origen de los aqueos. Teniendo en cuenta que los aqueos se desplazaron hacia el sur en dirección al Peloponeso y los filisteos en dirección sureste hacia Canaán, el país de origen de ambos pueblos podía estar en algún punto del norte de la península balcánica, donde se dividían las rutas terrestres hacia sus respectivos destinos posteriores.

En Yugoslavia, cuando la excavación arqueológica estaba empezando, Phythian-Adams descubrió en las excavaciones de la necrópolis del Bronce Antiguo (Glasinatz) la tumba de un guerrero enterrado con su yelmo, sus grebas, su escudo y su lanza, ítems que se asemejaban a la descripción de la armadura del caudillo filisteo Goliat y con la de los héroes homéricos. Además, el ajuar funerario de Glasinatz incluía varias cráteras y vasijas parecidas a las que ya había descubierto en los estratos filisteos de Ascalón.

En la geografía física de los Balcanes, al norte de las rutas terrestres que llevaban al sur, descubrió varios topónimos antiguos, como Dardania y Sardica, que recordaban los nombres de los derden y los sherden, estos últimos aliados de los filisteos. Concluyó que la cuna de los filisteos se hallaba en un punto de la costa iliria de la península balcánica, donde había visto en mapas geográficos un nombre lingüísticamente similar al nombre egipcio de los filisteos: los pirvstae.

La evidencia reunida por Phythian-Adams llevó a una única deducción que encajaba a los filisteos y los Pueblos del Mar en la Historia arcaica del Egeo, destructores de la cultura minoico-micénica y representantes de la nueva era helena. Así, los filisteos podrían considerarse los primeros europeos de la historia bíblica. Sin embargo, seguían siendo bandidos y piratas históricos, los destructores de una civilización antigua.

Fuentes:

Dothan, Trude; Dothan, Moshe (2002). Tras las huellas de los filisteos. Barcelona: Bellaterra.

PROCESO DE OCUPACIÓN DE LOS FILISTEOS

La evidencia arqueológica habla en favor de una migración egea al sur levantino en el siglo XII. La ocupación egea no fue un simple episodio de unificación de migración y conquista violenta, como sugiere la inscripción del 8º Año de Ramsés III y las cartas de Ugarit, sino una serie compleja de los procesos de migración más o menos simultáneos y con una gran variabilidad entre los distintos yacimientos de Filistea.

El concepto de Pentápolis, las cinco ciudades-estado de los filisteos y la base de una confederación panfilistea, se basa en las referencias bíblicas, y no hace falta comulgar con la datación temprana de la tradición bíblica para aceptar que el sistema filisteo existió posiblemente incluso desde el primer asentamiento egeo. Existía una división territorial la cual es documentada mediante dos datos. El primer dato es la evidencia de su rango-tamaño en Filistea. Las cinco grandes ciudades filisteas de los siglos XII y XI eran Ashdod, Ascalón, Ekron, Gaza y Gad. Existía unión entre algunas de estas ciudades y los Pueblos del Mar, hecho que demuestra su centralidad en la ocupación territorial de los grupos egeos. El segundo dato procede del Onomasticon de Amenope, compilado hacia el año 1000 a.C., y que refleja una realidad de finales del siglo XII a.C.

La división en comunidades políticas con centros en la Pentápolis vino acompañada de un cambio radical en el patrón de asentamiento durante el periodo de transición del Bronce al Hierro antiguo. Pero la confirmación de la crisis de los asentamientos del siglo XII se materializaría en los grandes centros. De hecho, el único yacimiento que evidencia crecimiento en el siglo XII es Ekron, que llega a ocupar una superficie de unas veinte hectáreas. El crecimiento urbano observado en Ashdod y Ascalón tuvo lugar solo a finales del siglo XI, cuando Ascalón se fortificó por primera vez. Pero previamente, ambas ciudades habían conservado su extensión del Bronce reciente, de entre seis y ocho hectáreas cada una. Y lo mismo se observa en Gad: si la ocupación del Bronce reciente de Gad abarcaba una superficie de entre veintisiete y treinta y cuatro hectáreas, la del siglo XII se habría limitado solo a la parte alta del tell, con una superficie de unas siete hectáreas. Y en el siglo XI creció de forma considerable hasta abarcar una superficie de veintitrés hectáreas.

La incertidumbre sobre la eventual reacción de la población local llevaba a veces a los colonos a elegir un lugar de destino inicial basándose sobre todo en sus capacidades defensivas. Solían seleccionar pequeñas islas o penínsulas en grandes bahías; en el siglo VIII a.C. los eubeos decidieron asentarse en Pitecusa, en la isla de Ischia, en la bahía de Nápoles; los thereos ocuparon la isla de Platea, junto a las costas libias; y los peregrinos del Mayflower se asentaron primero en Provincetown, en Cape Cod. En ocasiones, cuando la interacción con la población indígena se normalizaba, o cuando las relaciones de poder entre inmigrantes y locales eran favorables a los primeros, algunos asentamientos se desplazaban a lugares agrícolas y económicamente mejores.

Estos patrones de asentamiento se notaron en la isla de Motya, en Sicilia. Sin olvidar, por supuesto, que según Tucídides, los fenicios se asentaron en promontorios e islas en torno a Sicilia para poder comerciar con los sikels, y que si ocuparon Motya fue por el peligro externo que suponía el número creciente de colonos griegos. Frente a la idea generalmente aceptada sobre el carácter marítimo y agresivo de los filisteos, resulta sorprendente que el miedo a un ataque exterior, de egipcios u otros, y la necesidad de acceso a puertos protegidos no fueran consideraciones fundamentales a la hora de elegir un lugar donde asentarse. Resulta sorprendente que la mayoría de las ciudades que formaban la Pentápolis, sus migrantes buscaran con más ansia la tierra que el mar. La creación de colonias filisteas fue el resultado de un esfuerzo cooperativo de migrantes y poblaciones cananeas locales aliadas con los recién llegados.

La última prueba del importante rol desempeñado por la población cananea en la fundación de los yacimientos filisteos es el uso ininterrumpidos de topónimos semitas: Gad, Askalón y Ekron. Estos nombres evidencian una clara continuidad del Bronce al Hierro.

Fuentes:

Yasur-Landau, A., 2012. Los Filisteos: La migración egea a finales de la Edad del Bronce. Barcelona. Bellaterra.

https://www.ed-bellaterra.com/uploads/pdfs/LOS%20FILISTEOS.pdf

 

 

LA VERDADERA NECRÓPOLIS FILISTEA

El caso de Azor (principios de 1958) nos provee de la clave fundamental sobre nuestra investigación acerca de los filisteos. Aunque jamás se habían producido excavaciones en Azor (pequeña ciudad junto a la vieja carretera que va desde Tel Aviv a Jerusalén), sí que se mantuvo presente en la Septuaginta de Josué [19:45] como una ciudad situada en el territorio de la tribu de Dan y se convertiría más adelante en un punto de confluencia estratégica con la Vía Maris.

En el siglo VII a.C. fue conquistada y destruida por el rey asirio Senaquerib en su campaña contra Filistea. Las ruinas de la fortaleza de la época de las Cruzadas, el Château des Plains, todavía se erigían en la cima del antiguo tell en pleno centro de la actual Azor. Sin embargo, el continuo saqueo clandestino de “aficionados” constituía la pérdida de un patrimonio hegemónico (desaparición de vasos de cerámicas que terminarían en colecciones privadas de Israel y del extranjero) y una vez en manos privadas dejaban de existir para la investigación arqueológica.

A tenor de la cantidad y la calidad de la cerámica y de otros objetos, seguramente ofrendas funerarias, la antigua necrópolis de Azor poseía una de las mayores riquezas descubiertas en Israel. La necrópolis estuvo ocupada de forma ininterrumpida durante miles de años. Entre ítems excavados ilegalmente había muchos osarios, o urnas oicoformes de arcilla del período Calcolítico que nos abastecen de una visión clara de las costumbres del país durante el IV milenio a.C. Se encontraron también escarabeos egipcios, ánforas de la Edad de Bronce, importaciones chipriotas y micénicas.

La influencia filistea era grandiosa y con ejemplos de vasijas de cerámica podemos vislumbrar claramente la mezcla de influencias micénicas, egipcia y cananea típica de la primera fase de la evolución cultural filistea, con la típica flor de loto egipcia flanqueada con dos aves filisteas de exquisita ejecución.

Los únicos enterramientos filisteos encontrados hasta el momento eran los yacimientos de Bet Shean, Tell el-Farah y Lachish. En Azor se encontraron enterramientos filisteos nunca antes conocidos. En los yacimientos conocidos, los restos de los fallecidos se encontraban mezclados unos con otros de la comunidad filistea, hecho que prueba que se primaba más por la mezcla progresiva con los restos de los ancestros de la comunidad. Sin embargo, en Azor, los filisteos eran enterrados de forma individual, cuya práctica era común en todo el mundo Egeo y coincide con la aparición de la cerámica filistea.

Durante todo el Bronce Final, tanto en el Egeo como el Mediterráneo oriental, los enterramientos colectivos mandaban, el tholoi (cultura micénica) no es más que un ejemplo de los más elaborados. No obstante, debido al colapso de la red comercial micénica y del sistema palaciego que la sustentaba, los enterramientos colectivos empezaron a caer en desuso. En el siglo XII a.C. el enterramiento individual se convirtió en el rito aceptado en todo el mundo egeo. Por tanto, aunque los enterramientos en Canaán durante la Primera Edad de Hierro seguían las costumbres de tumbas familiares, en Azor se estaría reflejando la emergencia de las nuevas prácticas sociales y religiosas que estaban empezando a transformar a la civilización egea.

Se realizaron estudios para evaluar la procedencia de los huesos de las tumbas. La Dra. Denise Ferembach promulgó que el rasgo más sobresaliente de la muestra de cinco cráneos que analizó era su enorme diversidad. Dos de ellos presentaban características braquicefálicas de Asia Menor. Uno era de tipo alpino de Europa central. Una mandíbula pertenecía a otro tipo braquicéfalo de un subgrupo intermedio. Y el último cráneo presentaba características mixtas mediterráneas y braquicéfalas. La conclusión fue que aunque la muestra era ridícula, dejaba claro que los filisteos eran un grupo heterogéneo.

Tras aumentar el radio de expedición en Azor encontramos en la parte occidental del Valle de Asdralón enterramientos que recordaban a la práctica hitita, descubierta en Alishar Huyük, en las tierras altas de Asia Menor. El hallazgo más sorprendente fue una gran estructura de piedra que contenía un gran pithos, o jarra de barro, rodeado de recipientes más pequeños y en su interior lleno de ofrendas. Y debajo de ese estrato de ofrendas se encontraban los restos carbonizados de un adulto y un niño.

La práctica de incineración era un tema controvertido en la arqueología mediterránea. Y con nuestro estudio hemos podido comprobar que esta costumbre parecía no tener su origen en las invasiones indoarias sino en la asimilación de nuevas ideas religiosas procedentes de Asia Menor. Por lo tanto, podemos entender la incineración como un reflejo de los desarrollos religiosos que emergieron no antes del siglo XI a.C., más de cien años después de la migración filistea.

La estrecha coincidencia entre la forma cerámica y el método de enterramiento en regiones tan alejadas entre sí sugería que tal vez los filisteos compartieron sino todos, al menos algunos aspectos de su cultura con otros Pueblos del Mar, sobre todo con los danuna.

Fuentes:

Dothan, T. y Dothan, M., 2002. Los Pueblos del Mar: Tras las huellas de los filisteos. Barcelona: Bellaterra.

pendientedemigracion.ucm.es/info/hebrea/BA1.DOC

 

LOS FILISTEOS EN LAS FUENTES ANTIGUAS

La trascendencia y complejidad del pueblo filisteo es indiscutible, pero no somos los únicos que lo piensan y han estado interesados en descubrir más sobre este enigmático pueblo, de hecho, ya en la Época Clásica y en el Egipto de finales del Segundo Milenio antes de la Era, encontramos indicios de deseo de conocimiento sobre el origen y cultura del mencionado pueblo.

Concretamente, alrededor del siglo V-VI d.C. podemos destacar, dentro de la obra Ethinika (la cual, aunque no se conserva en su totalidad, ha sido de gran ayuda dentro del entendimiento del léxico de la época) de Esteban de Bizancio, algunas referencias a Gaza (zona ocupada por los filisteos), que también conocemos, señala el autor, como Minoa, nombre que relacionamos con el rey Minos de Creta, ciudad de la cual podemos destacar su santuario a Zeus Marnas  «nacido en Creta».

Además, también en relación con Ethinika, Esteban de Bizancio destaca la importancia de la ciudad filistea de Ascalón, que según  el historiador Janto de Lidia fue fundada por Ascado, que al ser natural de la región de Lidia, indicaría un posible origen anatolio de los flisteos.

Aunque todo esto, por supuesto, son tan solo conclusiones que podemos sacar de las fuentes clásicas, que no son precisamente numerosas.

En cuanto a las fuentes egipcias, algo más concretas que las clásicas,  cabe destacar la presencia de los peleset (denominación hebrea para los filisteos) en numerosos relieves de la época del faraón Merneptah, concretamente en el templo de Ramsés III en Medinet Habu.

En estos relieves, en primer lugar, los describen como un pueblo organizado en forma de pentápolis que participaría en los ataques realizados contra Egipto por parte de los Pueblos del Mar. Podemos distinguir, además, dos distintos intentos de conquista por parte de estos pueblos como conjunto organizado, un primer ataque alrededor del 1190 a.C. , donde los «pueblos del norte», en un intento por conseguir nuevas zonas de asentamiento intentaron ocupar Egipto y Canaán mediante ataques por tierra y mar (cabe destacar su gran dominio de la tecnología naval, es por esto por lo que suponemos que su procedencia tendría relación con la zona del Egeo y las islas ahí presentes), sin embargo sus intentos resultaron inútiles y algunos de ellos, entre los que, según el Onomasticon de Amenope, encontramos a los filisteos, quedaron relegados a ser vasallos del faraón en la zona de Canaán. Es esto último lo que más interés nos suscita, puesto que podemos suponer que es esta la razón por la cual posteriormente los hebreos localizarían aquí a los filisteos. Sin embargo, más allá de su situación geográfica posterior a los enfrentamientos contra los egipcios, no podemos especificar con certeza más que se encontraban entre el Egeo y la zona de Anatolia.

En los relieves también se especifica un segundo ataque alrededor del 1230 a.C. en el que participarían los filisteos, en esta ocasión con el fin de hacerse con el control del Delta del Nilo. Sin embargo, una vez más, el poder egipcio fue superior al de los Pueblos del Mar y lograron evitar las invasiones, aunque después de este suceso los egipcios caerían en decadencia dejando atrás su hegemonía y gran poder alcanzado anteriormente.

En conclusión, si bien es cierto que las fuentes egipcias son más concretas y específicas a cerca del pueblo filisteo que las clásicas, tampoco nos sirven para identificar por completo su ubicación de origen, aunque sí nos da explicación al hecho de que posteriormente en la Biblia los hebreos les sitúen en la zona de Canaán y clarifica un poco más nuestra visión sobre este enigmático pueblo.

Fuentes:

Nelson, H. H. y The Epigraphic Survey, 1932. Later Historical Records of Ramses III: Plates 50-130. Chicago: University of Chicago Press.

Sandars, N. K., 2005. Los Pueblos del Mar: Invasores del Mediterráneo. Madrid: Oberon.

Dothan, T. y Dothan, M., 2002. Los Pueblos del Mar: Tras las huellas de los filisteos. Barcelona: Bellaterra.
Dothan, T., 1989, “The Arrival of the Sea Peoples: Cultural Diversity in Early Iron Age Canaan”, en Recent Excavations in Israel: Studies in Iron Age Archaeology, editado por S. Gitin y W. G. Dever.
Dothan, M., 1989, “Archaeological Evidence for Movements of the Early Sea Peoples in Canaan”, en Recent Excavations in Israel: Studies in Iron Age Archaeology, editado por S. Gitin y W. G. Dever. Annual of the American Schools of Oriental Research 49, 59-70.

LA BIBLIA Y LOS PUEBLOS DEL MAR

Mucho se ha hablado de las supuestas incoherencias entre los relatos bíblicos y las fuentes históricas que hacen referencia al origen, comportamiento y características de los filisteos.

Ya en el siglo XIX, traducirá DeRouge (que anteriormente interpretó y tradujo numerosos relieves del Templo de Ramsés III por los cuales conocemos la que él señala fue de las últimas oleadas de ataques de los Pueblos del Mar contra Egipto en 8º reinado de Ramsés III, la Batalla del delta del Nilo, representada en relieves que, por cierto, hasta las investigaciones y conclusiones de Jean Français Champollion se pensaba representaba a Sasostris luchando contra los pueblos de la India) una serie de textos y relieves en los que expondrá que una de las ciudades mencionadas en estos, Djahi, se corresponde con lo que en la Biblia llaman la zona de Canaán.

Esta será la primera relación establecida entre los relatos bíblicos y las representaciones egipcias. De hecho, en ese momento toda teoría de tales connotaciones fue rechazada por los intelectuales y estudiosos del mundo clásico y bíblico, que sostenían la imposibilidad de una relación de un pueblo como los filisteos (que defendían procedían de la zona de Canaán) con el resto de los pueblos de la zona del Egeo, responsables de la oleada de ataques al Mediterráneo alrededor del 1200 a.C.

Sin embargo, dos alumnos de DeRouge, François Chabas y Gaston Maspero, llegarán a una tesis  que marcará un antes y un después a la hora de comprender la relación Biblia-Pueblos del Mar. Tras investigar la Biblia y numerosos textos y relieves de la época, llegaron a la conclusión de que cuando en los textos bíblicos se menciona que los filisteos vienen desde «la costa de Caftor», se refieren a la isla mediterránea de Creta, que casualmente ocupa una posición geográfica muy cercana a la que se sitúa el posible origen del resto de los Pueblos del Mar. Defendieron también la idea de que tras los ataques a Egipto en el año 1191 (8º reinado de Ramsés III) los filisteos, al haber sido totalmente derrotados, habrían quedado establecidos en la zona de Canaán al servicio de Ramsés III como vasallos. Es por esto que seguramente las fuentes bíblicas les den como origen Canaán, aunque según lo expuesto anteriormente en realidad tengamos que situarles originalmente en la zona de Creta y el Mar Egeo.

En definitiva, pese al inicial rechazo y la opinión popular de épocas anteriores, las fuentes bíblicas y la de los Pueblos del Mar tienen mucho que decir las unas de las otras y no son incompatibles sino complementarias para el estudio del pueblo filisteo.

Fuentes:

Dothan, T. y Dothan, M., 2002. Los Pueblos del Mar: Tras las huellas de los filisteos. Barcelona: Bellaterra.

LA CLAVE DE LA CERÁMICA

Los hallazgos en relación a las manifestaciones artísticas también han ayudado en gran medida a situar geográficamente el posible origen del pueblo filisteo.

Ya en 1870 Heinrich Schliemann, al empezar a interesarse por qué en ese momento era considerada la leyenda de la Guerra de Troya (cabe destacar que, hasta el descubrimiento de pruebas fiables que aseguraran la existencia de un conflicto de tal calibre, se atribuía la Guerra de Troya a la imaginación poética de autores como Homero), realizó excavaciones en los alrededores de donde situamos el conflicto. En estas excavaciones llegó a la  conclusión de que las piezas de cerámica encontradas databan de pocos años antes que los relieves de Medinet Habu, que tal como hemos comentado en numerosas ocasiones en este blog, representan el ataque de los Pueblos del Mar, entre los que se encuentran los filisteos en Egipto en el octavo año de gobierno de Ramsés III, 1191 a.C.

Las piezas encontradas por Schliemann, entre las que destacaban cerámicas, fortificaciones, palacios y ofrendas funerarias, serían clasificadas posteriormente  como pertenecientes a la cultura micénica, pero no será hasta las investigaciones de Furtwängler y Loeschke cuando cobren importancia en relación a los filisteos.

Furtwängler y Loeschke se centrarán en analizar y clasificar la cerámica encontrada, y dividirán el estilo micénico de cerámica en 4 etapas.

La primera y segunda etapa serán de estilo naturalista y con ornamentaciones del tipo floral y , aunque no sean de gran importancia en el estudio del desarrollo y origen de los filisteos, forman la base de la posterior cerámica micénica.

La tercera etapa, sin embargo, tiene un papel fundamental en el estudio de estos, cabe destacar su uniformidad y gran presencia en toda la zona del Mediterráneo, llegando a encontrar ejemplos de esta desde Palestina en su famoso yacimiento filisteo de Tell es-Safi (descubierta por Federico Vlidd y Robert A. S Macalister) hasta El Fayum (descubierta en 1889 por William Matther Flindrs Petrie).

Esta gran presencia de la cerámica de estilo micénico nos lleva a varias conclusiones:

En primer lugar, por una parte es fácilmente deducible que se corresponde temporalmente con un periodo de apogeo de la cultura micénica, además de una centralización dada la gran uniformidad en todas las representaciones.

Por otra parte, la gran presencia de cerámica micénica en Egipto y más en estos años nos lleva a la deducción de que los contactos entre estas dos civilizaciones, y por lo tanto los contactos de Egipto con los pueblos del Mediterráneo, no fueron tan solo las invasiones aisladas que representan los relieves del templo de Ramsés III, sino que podía existir contacto tanto cultural como comercial.

Además, la presencia de esta cerámica en el yacimiento filisteo de Tell es-Safi es otra de las pruebas por las que suponemos los filisteos tienen origen en la zona Egea y que posteriormente, tras los ataques fallidos a Egipto, se vieron en la necesidad de trasladarse a la zona de Canaán.

Por último y para finalizar, comentar que el cuarto estilo de cerámica, o la cuarta etapa, donde ya destaca una ruptura de la uniformidad posterior, la asociamos a la desintegración de la cultura micénica como tal y a los movimientos de pueblos que causaron la desintegración de la mayor parte de civilizaciones del Mediterráneo.

Fuentes:

Dothan, T. y Dothan, M., 2002. Los Pueblos del Mar: Tras las huellas de los filisteos. Barcelona: Bellaterra.