LA BIBLIA: EL LEGADO DE GOLIAT

“Metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra. Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano”.

(Samuel 17, 49-50)

Corría 1659 cuando Chavalier Laurent D’Arvieux obtuvo finalmente el permiso de las autoridades de Gaza para excavar el famoso Templo de Dagón, y si bien es cierto que no logró encontrar ningún dato relevante este fue el primer intento en la historia por ir más allá del conocido relato bíblico que nos narra el enfrentamiento entre David y Goliat -siendo Goliat según indica La Biblia de origen filisteo y David perteneciente al pueblo de Israel-, que acabaría con una derrota de Goliat, al que calificaban de gigante, bruto y poco inteligente, contra la descrita astucia y capacidad más allá del físico de David.

La mala fama a día de hoy de los filisteos es indiscutible, pero esta reputación no es más que el resultado de todo el legado asociado históricamente a este pueblo. Ya en 1623 encontramos en el Diccionario inglés de Conckeram la expresión «abrazo filisteo» que definían como «robar la bolsa a alguien y cortarle el cuello», definición poco amorosa que sin duda nos lleva a deducir su mala fama generalizada entre la población de la época, que al ser conocedores de los múltiples relatos bíblicos que les describen y vivir en un periodo donde la religión tenía tal importancia, les consideraban seres despreciables y asociaban malos comportamientos al término «filisteo».

Otra de las apreciaciones lingüísticas en cuanto al término «filisteo» la encontramos en el diccionario francés de Miège de 1688, donde una vez más, a causa de las grandes connotaciones negativas a las que el pueblo ha estado sometido a lo largo de la historia encontramos definido como «persona lasciva y ebria», definición que no hace precisamente referencia exacta y explícita a las definiciones bíblicas, pero que refleja a la perfección la visión general de lo que para esa época era un «filisteo», término que en ese momento y ya para la posteridad se convertiría en un insulto para hacer referencia y calificar a las personas de escaso nivel cultural o educativo.

Pero esto no queda aquí, en 1693 en la ciudad alemana de Jena, y tras los conflictos de un grupo de universitarios contra los trabajadores pertenecientes a un bar de la zona, el pastor Götz comparará las agresiones de los trabajadores con la historia de Dalila y Sansón (relato bíblico narrado en el texto de los Jueces donde se explica la traición sufrida por Sansón a manos de su amada filistea Dalila, que le corta el cabello siendo este la fuente de su poder, para entregarle posteriormente a los filisteos) y les definirá como el origen de grandes males por ocupar los territorios israelitas, causar enormes destrucciones, apoderarse del Arco de la Alianza y, entre otros, prohibir la fabricación de metalurgia por parte del pueblo de Israel para evitar ser atacados.

Posteriormente, y siguiendo con el análisis del léxico en relación al pueblo filisteo, Matthew Arnold, en 1863, usará y desginará la expresión «filisteísmo» para hacer referencia a la «inaccesibilidad a las ideas», definición que concuerda con el análisis y visión bíblica de la figura de Goliat.

En definitiva, es indiscutible que los mitos bíblicos están narrados con la intención de favorecer al pueblo israelí y desmerecer al filisteo, que ha sido considerado como uno de los pueblos más odiados a lo largo de la historia. Pero más allá de mitos y leyendas, los filisteos fueron excelentes comerciantes y mercaderes que influyeron en gran medida en el desarrollo de la historia, que aun a día de hoy están en parte presentes en nuestras vidas (aunque sea por su mala fama y reputación) y antiguas ciudades filisteas como Ascalón aun conservan su  nombre de la época (aunque sea llamada a día de hoy Askalan, traducción al árabe de Ascalón).