UNA APROXIMACIÓN A LA TIERRA ORIGINAL DE LOS FILISTEOS

Phythian-Adams en su artículo «El origen de los filisteos a la luz de la arqueología palestina» escribió que, desde finales del siglo XIX, se había reconocido el parecido entre los nombres de los distintos Pueblos del Mar, mencionados en los documentos egipcios, y las listas de combatientes de la Guerra de Troya que aparecen en la Ilíada. La coincidencia más llamativa era la que había entre los ekwesh y los aqueos, que llevó a sugerir a Mackenzie que los filisteos y los otros Pueblos del Mar estaban relacionados con los invasores aqueos del norte. Según Phythian-Adams, la solución al misterio de los filisteos tendría que basarse en una revisión de las teorías sobre el país de origen de los aqueos. Teniendo en cuenta que los aqueos se desplazaron hacia el sur en dirección al Peloponeso y los filisteos en dirección sureste hacia Canaán, el país de origen de ambos pueblos podía estar en algún punto del norte de la península balcánica, donde se dividían las rutas terrestres hacia sus respectivos destinos posteriores.

En Yugoslavia, cuando la excavación arqueológica estaba empezando, Phythian-Adams descubrió en las excavaciones de la necrópolis del Bronce Antiguo (Glasinatz) la tumba de un guerrero enterrado con su yelmo, sus grebas, su escudo y su lanza, ítems que se asemejaban a la descripción de la armadura del caudillo filisteo Goliat y con la de los héroes homéricos. Además, el ajuar funerario de Glasinatz incluía varias cráteras y vasijas parecidas a las que ya había descubierto en los estratos filisteos de Ascalón.

En la geografía física de los Balcanes, al norte de las rutas terrestres que llevaban al sur, descubrió varios topónimos antiguos, como Dardania y Sardica, que recordaban los nombres de los derden y los sherden, estos últimos aliados de los filisteos. Concluyó que la cuna de los filisteos se hallaba en un punto de la costa iliria de la península balcánica, donde había visto en mapas geográficos un nombre lingüísticamente similar al nombre egipcio de los filisteos: los pirvstae.

La evidencia reunida por Phythian-Adams llevó a una única deducción que encajaba a los filisteos y los Pueblos del Mar en la Historia arcaica del Egeo, destructores de la cultura minoico-micénica y representantes de la nueva era helena. Así, los filisteos podrían considerarse los primeros europeos de la historia bíblica. Sin embargo, seguían siendo bandidos y piratas históricos, los destructores de una civilización antigua.

Fuentes:

Dothan, Trude; Dothan, Moshe (2002). Tras las huellas de los filisteos. Barcelona: Bellaterra.

CONTRATEORÍA

Walter Abel Heurtley, licenciado por la Universidad de Oxford en la especialidad de arte preclásico, tomó la posesión de su nuevo cargo en el verano de 1920 como director ayudante y bibliotecario en la Escuela Británica de Arqueología, que representaba entonces la delantera de la evolución de la arqueología egea y la de la Edad del Bronce.

El director de la escuela, Alan Wace, tenía permiso del gobierno griego para llevar a cabo excavaciones en Micenas. Durante ese proyecto, Heurtley hizo un descubrimiento que puso en duda algunos de los supuestos históricos acerca del origen y la historia de los filisteos.

Los arqueólogos británicos hallaron un área relativamente intacta de sedimentos en el ala occidental, donde buscaron y encontraron evidencias estratigráficas fiables para poder determinar la fecha y circunstancias de la destrucción de Micenas. Los hallazgos más espléndidos en aquel área aparecieron en una estructura unida a la muralla de la ciudad que Wace llamó el Granero, porque allí, en el suelo del sótano, descubrieron vasijas de almacenamiento intactas llenas de trigo carbonizado.

El Granero había sido destruido durante una intensa guerra que parecía marcar el final de la ocupación del yacimiento. Si las teorías de Evans eran correctas, lo lógico hubiera sido que los cuencos y cráteras con el típico friso «del norte» -que se consideraba la evidencia de la llegada de los invasores aqueos- aparecieran encima del nivel de destrucción. Pero Wace y Heurtley descubrieron que los llamados pueblos del norte (Pueblos del Mar) ya estaban presentes en Micenas mucho antes de que la ciudadela fuera conquistada e incendiada, de manera que no eran intrusos sino fruto de la propia cultura micénica. Además, pese a su aparición  tardía en la secuencia estratigráfica, los hallazgos en el Granero constituían la última evolución cerámica. Cuando Micenas fue destruida, los recipientes con friso ya habían sido totalmente sustituidos por un estilo ornamental más sencillo, al que llamaron Estilo Granero.

Mientras que la popularidad del patrón cerámico filisteo con friso en Micenas y su desaparición antes de su destrucción fue un golpe para la tesis comúnmente aceptada de la implicación filistea en una repentina oleada de invasiones, para Heurtley sólo fue la primera fase del desarrollo de una teoría totalmente nueva sobre los filisteos.

Durante la minuciosa búsqueda arqueológica en Macedonia, Heurtley encontró más pruebas contrarias a la secuencia de acontecimientos establecida, pues descubrió una evidencia que hacía totalmente improbable la conexión de los filisteos y los Pueblos del Mar con los Balcanes. En varios yacimientos encontró señales inequívocas de destrucción de los asentamientos tardomicénicos; pero al igual que en Micenas, en todos los casos la destrucción se había producido después de la aparición de la «Cerámica de Granero». Por este motivo, había que buscar el origen de los filisteos en el seno de la civilización micénica.

En 1932 Heurtley aceptó un puesto en el Departamento Palestino de Antigüedades que le permitió examinar varios hallazgos cerámicos de las ciudades de Filistea. Su análisis demostró que las cerámicas filisteas poseían una estrecha familiaridad con las tendencias artísticas de todo el mundo tardomicénico. Lo más increíble de esa familiaridad era que el estilo tardomicénico sólo se conservaba en Filistea, ya que todas las cerámicas del siglo XII a.C. (tanto las de Grecia continental como de las islas jónicas, de Creta, Rodas y Chipre) habían abandonado la tradición micénica en favor del nuevo Estilo Granero, totalmente ausente en la cerámica filistea.

Con esto, parecía que los filisteos quedaron aislados del resto del mundo egeo por alguna razón aún no explicada, y siguieron produciendo los estilos micénicos mucho tiempo después de que hubieran desaparecido del Egeo.

Fuentes:

Dothan, Trude; Dothan, Moshe (2002). Tras las huellas de los filisteos. Barcelona: Bellaterra.

 

LA EXCAVACIÓN DE ASHDOD

Todos los yacimientos excavados en torno a la costa de Canaán parecían mostrar una ruptura sistemática de la ocupación a finales de la Edad del Bronce. En Ascalón, una de las cinco ciudades filisteas, Mackenzie observó en 1911 un grueso nivel de ceniza, que suponía un cambio de cultura: la cerámica filistea se hallaba por encima del nivel de destrucción. En Tell Qasile se evidenciaban también grandes cambios provocados por los filisteos.

A su vez, contamos con los relieves del templo egipcio de Medinet Habu de Ramsés III, que representan una lucha entre filisteos y egipcios. Este acontecimiento, datado a principios del siglo XII a.C., sirve para fechar el final de la Edad del Bronce, así como el primer asentamiento filisteo.

Sin embargo, en la fortaleza egipcia de Tel Mor, cercana a la filistea ciudad de Ahsdod, los tipos cerámicos parecían indicar que el final de los egipcios era anterior y se remontaba al momento de la primera invasión de los Pueblos del Mar, en tiempos de Merneptah. Aunque no se sabe con seguridad la identidad de los agresores de esta ciudadela, ya que aparecían entonces también  los primeros asentamientos israelitas, se confirma el ambiente turbulento de aquel momento histórico. A finales del siglo XIII a.C., la fortaleza estaba en ruinas. Poco después vuelve a levantarse, con asentamiento egipcio todavía. El descubrimiento más desconcertante era la ausencia total de evidencia arqueológica de un nuevo grupo, lo que cuestionaba la creencia de que ya en tiempos de Ramsés III, los filisteos habían arrasado las ciudades de la costa meridional de Canaán y ocupado la metrópolis de Ashdod.

El fin de la presencia egipcia y la llegada de los filisteos tiene lugar un siglo después de Ramsés III. La ciudad portuaria, en la que ya no se comerciaba, debido a la decadencia de las relaciones internacionales, era ahora una aldea agrícola filistea. El enigma que se plantea ahora es la identidad de los primeros invasores que destruyeron la fortaleza egipcia.

Según Moshe Dothan, el único yacimiento capaz de responder a estas preguntas era la ciudad de Ahsdod, una de las cinco capitales originales de los filisteos, que arrojaría luz sobre la transición del Bronce Final a la Edad de Hierro.

La última mención de Ashdod aparecía en los registros de la iglesia del siglo V d.C., cuando el obispo de la ciudad participó en los debates teológicos del Concilio de Calcedonia. Tras la conquista musulmana de Palestina en el 638 d.C., Ashdod se menciona fugazmente en las obras de cartógrafos árabes y en las crónicas europeas de las Cruzadas. En la Edad Media es una simple posta de caravanas.

El grupo de arqueólogos de Moshe Dothan, encontró restos cerámicos del Bronce Final idénticos a los de Tel Mor, así como de la época helenística, romana y bizantina.

A lo largo de siete campañas de excavación se descubrieron veintitrés niveles urbanos superpuestos, que permiten reconstruir la historia del auge y declive de la ciudad de forma continua.

Aunque se encuentran restos del Bronce Antiguo, es más probable que no existiera antes del Bronce Medio, cuando la ciudad estaba bajo influencia egipcia. La ciudad fue destruida completamente en el siglo XIII a.C., y reconstruida por uno de los Pueblos del Mar. A finales del siglo XIII a.C., ya era filistea.

La «cerámica de Ashdod» es un indicio de la existencia de una cultura filistea coherente en la costa cananea.

Asiria y Babilonia no afectaron sólo a Israel, sino que su emergencia fue también catastrófica para los filisteos. Tras el eclipse político y militar provocado por el rey de Israel, David (hacia 980 a.C.), los filisteos cesaron su expansión y vivieron cuatro siglos de desastres militares, descritos en textos asirios, babilónicos y en los textos de los profetas hebreos. A partir de ese momento, ya no supusieron una amenaza para el reino de Judá.

Una puerta de estilo «salomónico» fue encontrada en los yacimientos de la ciudad. Esto podía reflejar el control israelita sobre la costa y, muchos años después del colapso del reino de Salomón, la puerta siguió siendo uno de los principales puntos defensivos de Ashdod. Parece ser que doscientos años después de Salomón, se produjo un renacimiento filisteo en Ashdod, con una vuelta a la plena independencia, al control principal de las rutas costeras y a su rol en el comercio marítimo del Mediterráneo oriental,  completamente ausente en los relatos bíblicos del período.

Estos hallazgos suponen que el control israelita sobre los filisteos fue tan sólo temporal y que tras la división de la Monarquía Unida en Judea e Israel, los filisteos resurgieron como un poder comercial.

Más adelante, en torno al 750 a.C., el rey Ozías, de Judea, se enfrentó a Filistea y destruyó las murallas de Gab, Jabneh y Ashdod, como refiere la Biblia (2 Crónicas 26:6) y los hallazgos arqueológicos.

La ciudad de Ashdod tuvo que hacer frente muy pronto a un enemigo mucho más peligroso: Asiria, con Sargón II, destruyó Ashdod en el 712 a.C. La ciudad había iniciado ya antes una revuelta (algunas inscripciones se encontraban en Nimrud, capital asiria destruida recientemente por el ISIS), que fue reprimida definitivamente por Sargón II. Tras ello, la ciudad contó con una cierta independencia a condición de unos pagos tributarios pactados con los reyes asirios, pero más volvió a gozar de una independencia plena.

Se han encontrado restos a un metro de la superficie (el más importante una estructura de doce salas), relacionados con las ceremonias de culto durante esta dominación asiria. Parece ser que en el siglo VIII a.C. aquello era un santuario filisteo. Al parecer, toda la estructura estaba al servicio de un barrio industrial fortificado de la ciudad.

Se encontraron también dos grandes enterramientos colectivos, con masas de huesos que presentaban síntomas de violencia. En el primero, unos cuarenta y cinco individuos. En el segundo, cientos de esqueletos desmembrados. Era evidente que la ciudad de Ashdod había sufrido una masacre a finales del siglo VIII a.C., seguramente durante la conquista de Sargón II. Los supervivientes de la ciudad habían sido forzados a trasladarse encima del osario.

En la excavación se encontró una piedra de basalto negro, que formaba parte de una estela asiria de Sargón II que relataba sus proezas y victorias, pero no hacían referencia a la rebelión de Ashdod. Más tarde, descubrieron otro fragmento, que parecía referirse, ahora sí, a dicha rebelión.

Todos estos descubrimientos sobre el período asirio, además de la conquista asiria mencionada en Isaías, permitieron reconstruir el final violento de un largo período de control filisteo de la ciudad-estado de Ashdod.

Según las Historias de Heródoto, en esa época la ciudad de Ashdod (en griego Azotos), tenía una dudosa reputación que podría explicar su declive. Explica que el rey egipcio Psamético (gobernó entre 663 y 609 a.C.), dedicó veintinueve años al asedio y conquista de Ashdod y que esta ciudad resistió más tiempo que ninguna otra que él conociera.

Nabucodonosor, rey babilónico, conquistó Filistea hacia el 600 a.C., y un siglo después Zacarías anunciaba que los enemigos tradicionales de Israel (los filisteos) habían sido humillados y que un pueblo mestizo habitaría la ciudad.

La importancia comercial que tuvo la ciudad durante las Edades del Bronce y del Hierro se renovó tras la conquista de Alejandro Magno de todo el Próximo Oriente (332 a.C.). En el período helenístico algunas de las prácticas filisteas, como el culto al dios Dagón, se conservaron.

Fuentes:

Dothan, Trude; Dothan, Moshe (2002). Tras las huellas de los filisteos. Barcelona: Bellaterra.

EL CEMENTERIO DE ASCALÓN

Fuera de las murallas de Ascalón, una de las cinco ciudades de la pentápolis filistea (Ascalón, Asdod, Ecrón, Gat y Gaza), actual ciudad israelita, fue descubierto recientemente un cementerio filisteo. Se trata de un hallazgo de gran importancia, pues es probable que permita estudiar el enigmático origen de este pueblo.

El intento de expansión de los filisteos desde el suroeste de Canaán supuso un choque con Israel, como se extrae de las fuentes bíblicas. En resumen, Goliat, gigante del ejército filisteo, asedió durante cuarenta días a los israelitas, hasta que fue derrotado por David, monarca (históricamente real) que además unificó el reino de Israel.

Pero esta no es más que la historia contada por los vencedores, los israelitas. El reciente descubrimiento del cementerio de Ascalón, datado entre los siglos XI y VIII a.C., que contiene unos 200 individuos, dará a los arqueólogos la oportunidad de responder a esas cuestiones determinantes sobre el origen del pueblo filisteo y su asimilación por la cultura local, además de dar voz al pueblo vencido.

Desde 1985 la Expedición Leon Levy, dirigida por Lawrence E. Stager, Profesor emérito de arqueología israelita en la Universidad Harvard y Daniel M. Master, Profesor de arqueología en Wheaton College, ha llevado a cabo grandes excavaciones en la ciudad de Ascalón.

Daniel M. Master dice: “Después de décadas de estudiar lo que los filisteos nos habían dejado, nos hemos finalmente encontrado cara a cara con ellos. Con este descubrimiento estamos más cerca de descifrar los secretos de sus orígenes”.

El último día de las excavaciones de 2013, fue descubierto el cementerio, que comenzó a excavarse intensamente en 2014.

Estas son las palabras de Adam Aja, arqueólogo de la Expedición Leon Levy: “Nunca antes habíamos encontrado filisteos en una ciudad filistea. Sabíamos que podía haber restos por ahí, pero nadie los había encontrado antes. Hemos descubierto el núcleo principal. Ahora sabemos que se trata de Filistea y que así era como enterraban a sus muertos. Es como un libro que nos permitirá decodificar todo lo que nos rodea.”

Hasta entonces, habían sido propuestas distintas teorías sobre las prácticas funerarias filisteas: algunos, como los personajes de la Ilíada de Homero, pensaban que los filisteos eran cremados. Otros los conectaban con las prácticas egipcias. Aunque existen cementerios filisteos descubiertos con anterioridad, el de Ascalón es el primero encontrado en el núcleo de Filistea. Todas las sepulturas y prácticas funerarias filisteas anteriores tendrán que ser reevaluadas tras los descubrimientos de Ascalón.

En definitiva, los estudios arqueológicos y biológicos pueden darnos una mejor imagen del legado filisteo, el periodo de uso del cementerio y la relación entre la población de Ascalón con otros grupos étnicos.

Aunque el cementerio fue hallado en 2013, su descubrimiento no fue anunciado hasta julio de 2016. 

En este enlace encontrarás un vídeo sobre la excavación del cementerio con el arqueólogo Adam Aja: Se halla un cementerio filisteo

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Esqueleto del cementerio filisteo, fechado en el siglo X o IX a.C. Foto: Tsafrir Abayov / Leon Levy Expedition
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Cráneo del siglo X o IV a.C. hallado en el cementerio filisteo de Ascalón. Foto: Tsafrir Abayov / Leon Levy Expedition

Fuentes: 

Revista National Geographic: Descubren por primera vez un cementerio filisteo, en la ciudad israelí de Ascalón

Revista National Geographic: Descubren cementerio que podría esclarecer la historia de los filisteos

Web oficial de la Expedición Leon Levy

Biblical Archaeology Society

 

 

LA VERDADERA NECRÓPOLIS FILISTEA

El caso de Azor (principios de 1958) nos provee de la clave fundamental sobre nuestra investigación acerca de los filisteos. Aunque jamás se habían producido excavaciones en Azor (pequeña ciudad junto a la vieja carretera que va desde Tel Aviv a Jerusalén), sí que se mantuvo presente en la Septuaginta de Josué [19:45] como una ciudad situada en el territorio de la tribu de Dan y se convertiría más adelante en un punto de confluencia estratégica con la Vía Maris.

En el siglo VII a.C. fue conquistada y destruida por el rey asirio Senaquerib en su campaña contra Filistea. Las ruinas de la fortaleza de la época de las Cruzadas, el Château des Plains, todavía se erigían en la cima del antiguo tell en pleno centro de la actual Azor. Sin embargo, el continuo saqueo clandestino de “aficionados” constituía la pérdida de un patrimonio hegemónico (desaparición de vasos de cerámicas que terminarían en colecciones privadas de Israel y del extranjero) y una vez en manos privadas dejaban de existir para la investigación arqueológica.

A tenor de la cantidad y la calidad de la cerámica y de otros objetos, seguramente ofrendas funerarias, la antigua necrópolis de Azor poseía una de las mayores riquezas descubiertas en Israel. La necrópolis estuvo ocupada de forma ininterrumpida durante miles de años. Entre ítems excavados ilegalmente había muchos osarios, o urnas oicoformes de arcilla del período Calcolítico que nos abastecen de una visión clara de las costumbres del país durante el IV milenio a.C. Se encontraron también escarabeos egipcios, ánforas de la Edad de Bronce, importaciones chipriotas y micénicas.

La influencia filistea era grandiosa y con ejemplos de vasijas de cerámica podemos vislumbrar claramente la mezcla de influencias micénicas, egipcia y cananea típica de la primera fase de la evolución cultural filistea, con la típica flor de loto egipcia flanqueada con dos aves filisteas de exquisita ejecución.

Los únicos enterramientos filisteos encontrados hasta el momento eran los yacimientos de Bet Shean, Tell el-Farah y Lachish. En Azor se encontraron enterramientos filisteos nunca antes conocidos. En los yacimientos conocidos, los restos de los fallecidos se encontraban mezclados unos con otros de la comunidad filistea, hecho que prueba que se primaba más por la mezcla progresiva con los restos de los ancestros de la comunidad. Sin embargo, en Azor, los filisteos eran enterrados de forma individual, cuya práctica era común en todo el mundo Egeo y coincide con la aparición de la cerámica filistea.

Durante todo el Bronce Final, tanto en el Egeo como el Mediterráneo oriental, los enterramientos colectivos mandaban, el tholoi (cultura micénica) no es más que un ejemplo de los más elaborados. No obstante, debido al colapso de la red comercial micénica y del sistema palaciego que la sustentaba, los enterramientos colectivos empezaron a caer en desuso. En el siglo XII a.C. el enterramiento individual se convirtió en el rito aceptado en todo el mundo egeo. Por tanto, aunque los enterramientos en Canaán durante la Primera Edad de Hierro seguían las costumbres de tumbas familiares, en Azor se estaría reflejando la emergencia de las nuevas prácticas sociales y religiosas que estaban empezando a transformar a la civilización egea.

Se realizaron estudios para evaluar la procedencia de los huesos de las tumbas. La Dra. Denise Ferembach promulgó que el rasgo más sobresaliente de la muestra de cinco cráneos que analizó era su enorme diversidad. Dos de ellos presentaban características braquicefálicas de Asia Menor. Uno era de tipo alpino de Europa central. Una mandíbula pertenecía a otro tipo braquicéfalo de un subgrupo intermedio. Y el último cráneo presentaba características mixtas mediterráneas y braquicéfalas. La conclusión fue que aunque la muestra era ridícula, dejaba claro que los filisteos eran un grupo heterogéneo.

Tras aumentar el radio de expedición en Azor encontramos en la parte occidental del Valle de Asdralón enterramientos que recordaban a la práctica hitita, descubierta en Alishar Huyük, en las tierras altas de Asia Menor. El hallazgo más sorprendente fue una gran estructura de piedra que contenía un gran pithos, o jarra de barro, rodeado de recipientes más pequeños y en su interior lleno de ofrendas. Y debajo de ese estrato de ofrendas se encontraban los restos carbonizados de un adulto y un niño.

La práctica de incineración era un tema controvertido en la arqueología mediterránea. Y con nuestro estudio hemos podido comprobar que esta costumbre parecía no tener su origen en las invasiones indoarias sino en la asimilación de nuevas ideas religiosas procedentes de Asia Menor. Por lo tanto, podemos entender la incineración como un reflejo de los desarrollos religiosos que emergieron no antes del siglo XI a.C., más de cien años después de la migración filistea.

La estrecha coincidencia entre la forma cerámica y el método de enterramiento en regiones tan alejadas entre sí sugería que tal vez los filisteos compartieron sino todos, al menos algunos aspectos de su cultura con otros Pueblos del Mar, sobre todo con los danuna.

Fuentes:

Dothan, T. y Dothan, M., 2002. Los Pueblos del Mar: Tras las huellas de los filisteos. Barcelona: Bellaterra.

pendientedemigracion.ucm.es/info/hebrea/BA1.DOC